Tu abuela.
Una sencilla historia sobre el funcionamiento de tu mente y las abuelas

Verás, cuando era pequeño iba los domingos a comer a casa de mi abuela porque sabía que pasarían dos cosas:
1 La primera es que saldría con una dosis de buenas energías tremenda.
2 La segunda es que saldría rodando de comida.
No. No es que saliera envuelto en trozos de paella cuesta abajo como un camión sin frenos, pero comía tanto que no tenia ganas de hacer nada ese día.
De hecho, lo que ocurría en esas comidas era que siempre aparecía de repente una cucharada de lo que fuera dispuesta a llenar de nuevo el plato.
Y un día me di cuenta de que a mi abuela le daba lo mismo.
Es decir, mi abuela preparaba sus mejores platos como símbolo de su amor pero venia de la guerra, de dos guerras de hecho, y pasó hambre, mucha hambre y miedo.
Asique lo que ella tenía aprendido es a no andarse con tonterías.
Si se podía comer, se comía, porque nunca sabias cuando volverías a comer.
Podría decirse que a mi abuela le daba lo mismo si yo salía de su casa como un balón entrando lentamente en la portería.
Porque lo que más quería en el mundo era que estuviéramos seguros, alimentados y nutridos, eso era todo.
Pero a la buena de tu abuela o de la mía le importaba un pimiento si eso era o no bueno para lo que íbamos a hacer después.
Técnicamente no es así, pero para que nos entendamos esa abuela es como tu mente.
Tu mente puede querer protegerte y querer cosas buenas para ti, que no te sientas más veces inferior, que sepas poner límites, que ganes confianza, que te liberes de la depresión que sepas gestionar la ansiedad, pero a su vez solo sabe protegerte de una sola manera.
Dándote más comida, llenándote el plato con más ansiedad, o menos seguridad o menos confianza o precisamente menos de eso que te gustaría sentir que tienes más.
¿Paradójico, no crees? Pues eso.
Y es que a tu mente, le da igual que sufras no porque no importes, sino porque no está diseñada para entender que en el mundo actual, algunas cosas que te propone en forma de pensamientos negativos, vergüenzas, culpabilidades, inseguridades o miedos no son de esta época.
Son conductas útiles que ayudaban en su día a escapar de leones, guerras, dragones hienas y tarántulas mutantes, pero por suerte o por desgracia no estamos en eso.
Y esto tu mente más primitiva no lo sabe. Pero yo sí.
Y a eso me dedico. Escribo sobre eso. Hago sesiones sobre eso.
Ayudo a personas a cambiar sus vidas partiendo de eso.
Porque cuando entiendes que eres mucho más que tu mente se abren puertas que creías que estaban cerradas que estaban justo delante de ti y es tremenda la transformación que eso produce en las personas.
Y no te lo digo porque me lo invente.
Te lo digo porque lo llevo viendo 5 años, en concreto tres de ellos en persona en Oviedo, en Gijón y ahora mismo en Malaga, aunque gran parte del acompañamiento lo hago en sesiones uno a uno online y talleres formativos en persona.
Asi que pese a la agitación que puedas estar sintiendo, la mala racha, la confusión, las dudas, los sentimientos de inferioridad, de si podrás cambiar una situación o lo que sea, te puedo decir que cuando hay un problema hay una solución.
Todo pasa por entender que tu abuela te quería y te quiere muchísimo, pero le da lo mismo si sufres cagalera mientras te comes su deliciosa comida porque es lo que a ella le hacía sentirse satisfecha.
Pero eso no significa que sea el camino para sentirte pleno, orgulloso y feliz.
Y a eso me dedico.
A acompañarte a que descubras tu propio camino que te haga sentir orgulloso satisfecho y feliz, sin entrar en guerra con tu mente ni con tu abuela porque al fin y al cabo es eso. Es tu abuela, una parte de ti.
Y si no tienes abuela cambia esta figura por cualquier persona que te haya tratado de dar algo porque pensaba que era lo que necesitabas pero en realidad solo te agobiaba más.
Por eso escribo historias correos y salgo en sitios hablando de estos temas.
Porque me gusta aportar cosas útiles a las personas que trabajan conmigo mientras las acompaño a hacer cambios significativos en sus vidas personales, profesionales y deportivas.
Porque siempre hay otras alternativas de obtener nuevas respuestas, nuevas formas de encarar y de aceptar las cosas.
Es por eso que gusta mantener el contacto con las personas que les gusta lo que hago, que escribo regularmente ofreciendo soluciones en forma de historias reales, de reflexiones, anécdotas personales.
Pero no esperes un libro con los 10 trucos para ser más feliz o cómo ligar más porque no soy de esos.
El valor te llega al correo. Bueno el valor no, te llega mi reflexión, mi anécdota o lo que sea, el valor se lo sacas tu con tu interpretación de lo que leas.
Y no sé, de momento parece que gusta, pero qué te voy a decir yo si soy el que escribe. Prefiero que lo compruebes.